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*Por Marcelo Sonaglioni
Antes de inaugurar con su muerte la saga del llamado “club de los 27”, de la cual hoy se cumplen 53 años, que más tarde pasarían a integrar apellidos como el de Hendrix, Joplin, Morrison, Cobain, o Winehouse, Brian Jones había logrado mucho más que ser el miembro fundador de los Rolling Stones. Aún sin siquiera ponerse a soñar en hacerlo, fue el primer guitarrista blanco de slide de la historia en Inglaterra, sin más aspiraciones que la de encerrarse en su cuarto y emular a sus ídolos musicales del otro lado del Atlántico. Para entonces Brian, todavía adolescente, se codeaba con la escena underground del jazz británico (de quienes aprendió los trucos antes que cualquier otro), y hasta contaba con varios hijos no reconocidos. Sin saberlo, ya tenía el destino marcado.
Brian era un talentoso nato que no solo ejecutaba su guitarra como nadie, al menos en su tierra natal (cierta vez, cuando entrevisté a Bo Diddley en su única visita a Argentina en 1998, no dudó en confesarme, “Brian Jones de los Rolling Stones fue el único que logró sacar mi sonido de guitarra a la perfección”), encanto al cual se sumaba otro, el de bad boy original, sin poses ni ningún otro tipo de intención rebuscada. Encanto sin el cual, de no haberlo tenido, el resto de los Stones jamás hubiera tenido modelo en el cual inspirarse, ya que estamos.

Fino y elegante a la hora de ejecutar su instrumento (o cualquiera que se le cruzaba), o de mostrarse en público (su buen gusto y devoción por las buenas ropas también lo podrían haber consagrado como líder popular en los estilos de la moda, un auténtico “influencer” décadas antes que se ponga en boga el término, de paso demostrando que ser un dandy no resultaba ningún impedimento a la hora de tocar blues), a Jones le gustaba vivir rápido y encarar al rancio establishment inglés 24 hs. al día, lo que cierta vez le valió el título de “enemigo público de la sociedad no. 1” de entonces.
El mismo rol que le tocaría vivir después a buena parte de sus compañeros de banda, que se inspiraron en Brian, claro. Alguna vez Keith Richards le declaró, “Nunca vas a llegar a los 30, man”. A lo que Jones simplemente le contestó con un simple “Lo sé”.
Unas pocas líneas entonces para recordar al fundador de los Stones y emblema estrella- por donde se lo mire, o escuche- entre las figuras contraculturales más simbólicas que dio el siglo pasado, el mismo que viendo lo que auguraba su destino no dudó en adelantarse y poner de manifiesto su epitafio: “Por favor me juzguen muy severamente”. Han pasado 54 años.
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